La niña enferma


El jueves estábamos dando clase Omega y yo a los niños de 1º, y de repente ya no veo a Omega, y pregunto dónde está. Resulta que una niña había vomitado en el suelo, estaba enferma, así que Omega fue con la niña a buscar a su hermano de 2º. Al ratín veo a un niño pequeño, debajo de la mesa de la biblio limpiando el vomito. ¿Sabéis quien era? El hermano, que tenía que limpiar el vómito de su hermana y luego llevarla de la mano a su casa. Casi me da algo. 

¿Por qué no lo limpié yo corriendo? Me sentí fatal, pero Omega me dijo que no pasaba nada, que en Malawi es así. Los hermanos mayores cuidan SIEMPRE de los pequeños. En mis paseos a la escuela, a veces veo a niñas de 7 años, cargando a la espalda con su hermano bebé de un año… y pienso ¿Dónde están las madres? Pero ellas ejercen de madres. Las mujeres aquí son las que limpian, las que cuidan de los hijos, de los hermanos, maridos, ancianos, mientras que el marido trabaja. Eso si trabaja, claro, porque si no, estan emborrachándose con una bebida que hacen aquí que no quiero saber qué lleva.

Ese mismo día, el de la niña, un poco después, noté a Omega triste. Le pregunte qué le pasaba y me dijo que no había desayunado nada. Que tenía mucha hambre. Eran las 8, aquí se despiertan a las 5… y tenía que esperar a las 11 para comer el puré de maiz que le dan a los niños. Francis empezó a dar la  clase, así que aproveché para irme corriendo a casa a por unas galletas para Omega, y dárselas de sorpresa. 

De camino me encontré a la niña enferma vomitando. Era día de mercado. La imagen era tristísima. Todo lleno de puestos, comida tirada por los suelos, cabras, pollos, muchísima gente, y en medio de todo, la niña con su hermano y un amigo. Ella vomitando amarillo. Se me saltaron las lágrimas. Les dije con el poco chichewa que hablo “Ti kupita ku chipatala. Ku nyumba ndi ku chipatala with your mother, amai, ok? Esto es: id al hospital, id a casa y con vuestra madre id al hospital. 

Por la tarde le pregunté a Ramón y cree que si fueron, pero no sabe qué tenía. La galleta Oreo le encantó a Omega. Se puso contentísima. ¿Sabéis que a Omega le tuvieron que llamar la atención porque no trabajaba? Pues ahora no para, y se le ve feliz, da muchísimas clases a los niños y se le ve que le gusta. Esta motivada y acompañada. Nos es de gran ayuda en la librería.

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